13.2.17

Medrano vuelve

Carlos Medrano (Salamanca, 1961) es, en efecto, un poeta bartleby. Su penúltima resurrección literaria tuvo lugar cuando abrió a finales de 2010 el blog isla de lápices, que él denomina "cuaderno de escritura". Ahí han ido apareciendo nuevos poemas y algunos recuperados de sus libros Corro Las horas próximas, así como de los cuadernos A lo breve e Imágenes, encuentros.
Volvimos a encontrarnos con sus poemas en la antología Sentados o de pie. 9 poetas en su sitio. Ahora, gracias a Vberitas y, en concreto, al empeño del dombenitense Juan Ricardo Montaña (entre otras facetas, poeta visual), ve la luz Donde poder volver, una bonita plaquette al cuidado del recién citado Montaña (que, en otra versión más modesta, se publica como separata de la revista Ventana Abierta), donde el poeta castellano-extremeño residente en Mallorca ha reunido veinticuatro poemas inéditos, si bien ya difundidos previamente a través del blog. No hace falta que vuelva a repetir que la lectura en papel me resulta del todo distinta a la que hago sobre una pantalla. Tampoco es lo mismo leer esos poemas sueltos y por entregas que hacerlo en la tangible unidad que proporciona la edición impresa.
Donde poder volver se abre con el breve texto, a modo de presentación:  "Una lectura". Allí dice: "La poesía es muy fácil de entender. Escúchala como haces con el resto de las palabras. (...) "Escúchala como el que aspira a atisbar lo anterior a la música, o como quien espera la lluvia que comienza a rozarle la cara". 
Por otra parte, en una nota final (donde explica la procedencia del título y expresa agradecimientos y dedicatorias), fecha la entrega en Artà, el 25 de octubre de 2016. 
En el primer poema, "Advertencia" (una suerte de poética), leemos: "De pronto unas palabras / dignas de rescatarse". Sí, parece que esté hablando de este cuaderno, que agrupa un puñado de versos merecedores de una redención semejante. Hay más poemas donde la poesía se convierte en el asunto. Una preocupación comprensible en alguien que tan parco se muestra en componerla. 
Poemas, cabe precisar, breves. En los que prima la fragilidad y la sutileza. Poemas muy calculados o medidos. Más silenciarios que cantarines, aunque no falte en ellos un particular sentido del ritmo y de la música. Más melancólicos que hímnicos. De sesgo meditativo y tono claro (léase "Invernal"). De aires castellanos clásicos. Donde lo esencial se dice con palabras sencillas. Lo cercano, que el poeta observa y sobre lo cual ensaya, suele ser la materia de estos versos. En poemas tan logrados como "Al alcance", "Junto al agua", "Lenta noche", "Alacena", "Vegetal"... Entre los que prefiero, además de los mencionados, "Un lugar de Sicilia" o "De regreso".
El amor está en "Música para días crecientes" y la amistad en "El tiempo ileso" o "Moneda (efigie antigua)". El primero remite a una presencia constante, en la vida y en la obra: Ángel Campos Pámpano (que vuelve en "Emblemas", al lado de otro maestro y amigo: Santiago Castelo, que tanto hubiera disfrutado con esta obra en las manos). El segundo está dedicado a Juan Ricardo Montaña. 
Se cierra la muestra con "Apunte", broche perfecto de esta plaquette que viene a justificar dos cosas: que Carlos Medrano es poeta (escriba poco o mucho) y que, por eso, debería dar a la imprenta ese libro que sus lectores esperamos hace tiempo.

Un lugar de Sicilia

Frente a un tiempo superior al humano
los olivos vigilan unas ruinas antiguas.
Si alguien vivió aquí,
hubo risas y fruta,
tejidos con colores,
ojos de seducción, juegos de agua,
quedan en la nostalgia estas imágenes,
no en las piedras que vencen
con su calma dorada
la erosión y el verano.
Otra hoguera las cubre adentro de los ojos.
Entre flores silvestres y amapolas
el vibrar de una flauta agita tu memoria.
Te parece que llegas a un lugar que no cansa,
a un rumor que sucede.
Tantas noches de olvido
y el sol te reconoce.