9.2.17

Gremios

Gremios, sí, ese es el título que ha elegido Ramón Pérez Parejo (Santa Amalia, Badajoz, 1967) para el libro de  poemas que ganó el premio Blas de Otero en 2015 gracias a la decisión de un jurado presidido por la compañera del poeta bilbaíno y presidenta de la Fundación que lleva su nombre, Sabina de la Cruz, y del que formaban parte Olvido García Valdés, José Fernández de la Sota y Juan José Lanz. No es mala carta de presentación, al menos antes de enfrentarse a lo que de verdad importa: el libro. 
Conviene decir que Pérez Parejo, profesor de la Universidad de Extremadura, es autor del ensayo Metapoesía y ficción: claves de una renovación poética (Generación del 50-Novísimos), así como de otros artículos sobre ese apasionante asunto, como "El monólogo dramático en la poesía española del XX: ficción y superación del sujeto lírico confesional del Romanticismo". Lo digo porque Gremios tiene mucho que ver con esa faceta investigadora del poeta. De hecho la técnica que utiliza es la del monólogo dramático, de la que él mismo decía: "En síntesis, esta técnica consiste en la elección de un personaje (llamado correlato objetivo) tomado de la cultura o de la historia que asume y transmite en primera persona las emociones que el autor real desea expresar. Con ello, el texto consigue alejarse del impudor del patético yo romántico, objetivar las emociones y, al mismo tiempo, crear sorprendentes connotaciones textuales".
Para trasladar esas "voces" (que se mueven en un mundo hipercomunicado donde prima la incomunicación), Pérez Parejo adopta distintas profesiones. Al lado, debajo del título, el nombre o nombres de los escritores (casi siempre) a quienes se evoca en el poema. A modo de dedicatoria, se diría, pues al fin y al cabo se trata de homenajes. Para poder ponerse en el lugar de otro y escribir como si de aquel o aquella se tratara, hace falta conocer bien sus obras. Este, por eso, es sobre todo el libro de un lector. De alguien que ha asimilado, por cierto, muchas lecturas y, en consecuencia, conoce bien a numerosos autores. Un conocer, añadirá alguno, que se basa en la imaginación y, en cierto modo, es verdad pues de creación se trata y no de estudio o biografía. Nada extraño en quien tal vez piense que la poesía es ficción.
También hay algo de canon en la obra, desde el momento en que Pérez Parejo elige a este o aquel poeta y conforma una suerte de antología.
Tres son las partes del libro. En la primera, "Semiólogos", encontramos poemas como "Monjas" (santa Teresa), "Escritores" (san Juan de la Cruz), "Evangelistas" (Pessoa), "Sacerdotes" (Lope), "Filósofos" (García Calvo), "Poetas" (Gil de Biedma), "Telegrafistas" (Torga), "Ajedrecistas" (Borges)... Al hablar de los otros, conviene aclarar, Pérez Parejo está hablando al mismo tiempo de sí mismo. Se nota en algunos poemas (de los ya citados, en "Escritores", por ejemplo, uno de los mejores del conjunto) o en "Arqueólogos".
Sorprende su poder de penetración. Y que al final, más allá de los recursos técnicos adoptados, nos encontremos con poemas dignos de tal nombre y no con meros experimentos verbales.
La segunda parte, tal vez la más lograda, se titula "Técnicos", que se abre con "Fotógrafos", dedicado a Ángel González, otro magnífico poema. Le siguen, entre otros, "Ingenieros" (san Francisco de Asís, Whitman, Borges de nuevo) que resuelve resuelto mediante la borgeana técnica de la enumeración caótica, "Cristaleros" (Catulo) o "Topógrafos" (Aníbal Núñez).
"Vendedores de espejos rotos" es la última sección y allí volvemos a leer poemas tan conseguidos como "Caciques" (Juan Rulfo), "Cómicos" (Fernán Gómez), "Buscadores de oro" (Cernuda), "Agentes funerarios" (Saramago), "Barqueros" (Quevedo) o "Prejubilados" (Thomas Mann, en tono narrativo).
Lo que a priori podría parecer, insisto, un juego textual y poético acaba convirtiéndose a la postre en un libro perfectamente tramado donde lo que en realidad predomina es la poesía. Eso que no siempre resulta.